Ustedes ya saben que mi debilidad son los buenos discos de compositores bateristas. Creo ser objetiva cuando digo que los discos de calidad compuestos por ellos son especiales, tienen características (quizás sutiles) diferentes, que hacen de la experiencia de la escucha algo especial.
Ayer me regalé este disco y en el momento en que empezaba a escuchar el primer tema, empezó una cascada bestial de rayos, así que tuve que esperar hasta hoy para poder escucharlo. Mi computadora es anciana y dependo de ella, así que no puedo arriesgarme a que se queme. Hoy, domingo, amaneció super soleado y me di el gustazo de tirarme al sol a escuchar mi disco nuevo.
A pesar de que sí tenía curiosidad, no tenía idea de la perlita que me estaba esperando. Amigos atresillados, ustedes que tienen gustos parecidos a los míos, ¿qué expectativa sentirían si les dijera que los instrumentos son: batería, saxo tenor, piano y contrabajo? Ja, eso. Ya pintaba muy bien antes de darle play.
Hoy tuve la buena idea de no poner todos los temas de corrido, sino escuchar algunas veces el primero. Es algo que hago muy seguido pero esta vez fui especialmente consciente de la función que tiene eso para realmente sintonizar con la propuesta musical. En la primera escucha, se resaltan algunas cosas, en la segunda otras y recién por la cuarta o quinta es que uno «nada» en esas olas vibratorias… sospecho que la energía personal se ajuste a la propuesta energética musical.
El primer tema se llama «Viaje de ida«. Mi primera impresión a los primeros compases fue: «Bien, es un verdadero disco de jazz». Qué manía de catalogar, ¿eh? Y como la vida está plagada de enseñanzas para que vayamos dejando de lado la dualidad, al avanzar la escucha noté que este primer tema tiene un espíritu cien por ciento jazzero y a la misma vez te conecta con Brasil, con la bossa nova y quizás con el samba también. Sabemos que la gran belleza del jazz es la libertad que permite dentro su propio lenguaje y también su adaptabilidad a otros estilos, sin perder su impronta maravillosa.
Tomado como unidad completa, este primer track me generó un estado de ánimo positivo y animado pero nada superficial, una conexión alegre y madura con la existencia. Al detenerse en cada instrumento, cuando lo escuchen encontrarán capas y capas de asuntos bellos. Para no aburrirlos con la lectura, solo mencionaré que la melodía principal del tema es hermosa y el sonido y la intención del saxo tenor todo a lo largo es un mimo al corazón. Son un deleite esos apoyos con el hi-hat abierto de la melodía tocada por el saxo; fue genial la elección de sonidos de la batería, con un acompañamiento más que nada grave, con los cuerpos, como para permitir resaltar al saxo y con algunos detalles agudos con el aro del tambor y el charleston; y me resultó una delicadeza total el fill con los cuerpos graves antes de la entrada de la melodía. El solo de piano es una clase de buen gusto, confianza y libertad. Y el contrabajo me hizo sentir como Stevie Wonder, moviendo la cabeza con los ojos cerrados de un lado para otro sin parar, con un groove sólido y delicioso. Me llamó la atención que en la mezcla el piano tiene un volumen quizás más bajo que los otros instrumentos y eso en verdad le da al tema más profundidad y también te obliga a escucharlo con más atención, lo cual termina resultando en una experiencia realzada.
La segunda pista se llama «No sos vos, soy yo» y al igual que la primera es optimista y cuidada. A mí me llevó por las mismas zonas emocionales que me lleva un disco de Sonny Rollins que amo, que se llama «Saxophone Colossus». En este tema yo sentí esa influencia: de Max Roach, de Sonny Rollins y demás. Este track me dio muchas ganas de bailar… hace pocos días fui al Hot Club y tuve la suerte gigantesca de invitar a alguien a bailar uno de los temas y que aceptara. Este tema me recordó ese momento pues también es un tema para ser bailado. No les cuento más, así les dejo espacio para la sorpresa cuando lo escuchen.
El tercer track se llama como el disco: «Nada a cambio«. Me intrigaba el título del disco hasta que leí en el material que acompaña a los temas y encontré la explicación: «crear incondicionalmente, sin esperar contrapartidas». Este tema es más introspectivo. Ya saben que yo tengo tendencia nostálgica, así que estos temas que invitan a la mirada interior siempre terminan siendo mis favoritos. Son esos que terminan y los pongo otra vez. ¡Este tiene una melodía de-li-cio-sa y unos solos súper bellos!! Aquí el saxo descolla, por su sonido y expresividad, por las divinas elecciones de notas en la improvisación y por la enorme sensibilidad. De la batería me impresionó la creatividad de las figuras de la mano derecha en el ride y la inteligencia y todas las buenas elecciones para acompañar al tema completo y a los solos de piano y bajo en particular. El solo de bajo es llamativamente expresivo, con una intención súper positiva sostenida y bella, y con un ritmo espectacular. No sé por qué este track me llevó a París. Nunca estuve en París pero es de esas ciudades que se conocen sin haber estado… y hay algo en esta composición que me lleva a caminar por un puente encima del Sena y sentarme en un cafecito en el Quartier Latin.
El cuarto tema se llama «Primera impresión» y para quienes amamos el candombe, el jazz y los solos, es una gozadera. Comienza con una intro hermosa de piano, sigue el tema en sí y luego el viaje continúa con un fantástico solo de piano. Me pareció buenísima la forma de aniticipar ese solo con las notas introductorias. Continúa con un solo de saxo (es interesante que el saxo tiende más al jazz mientras la base tiende más al candombe y queda genial). Durante este solo de Bingert hay una comunicación súper rica entre los otros instrumentos y el saxo, que finaliza dando pie al solo de batería que da fin al tema. Hasta ahora este es el momento en que el compositor batero se toma su momento para «repartir», pero lo hace con un cuidado total por la musicalidad que el tema imponía y con un recato de extensión tal que me quedé con ganas de más. Y dándole aún más unidad a la creación, el piano, que había comenzado el tema, le ofrece apoyos varios al solo de la batería. Es peculiar un tema que termine con un solo de batería, ¿eh?
El quinto tema se titula «Como cualquier hijo de vecino«. Me fascinó el festín comunicativo, tan virtuoso como musical, entre el piano, el bajo y la batería durante el solo de piano. Si bien el solo es del piano, bien se podría decir que es un solo creado por los tres instrumentos, y lo mismo sucede cuando entra el saxo y hace su propio solo. Como si Jorge supiera que nos habíamos quedado con ganas de más bata en el track anterior, aquí nos regala otro solo de batería, apoyado por el piano, bajo y saxo. Otra vez el tema termina con el solo de bata y ahora sí confirmo: esta es la fórmula para que una se quede con ganas de más. Te lo aseguro: cuando termines de escucharlo, sí o sí vas a poner de nuevo o el tema completo o el solo de batería.
Pienso que pueden querer saber que el disco fue grabado en una sola sesión, con todos los músicos tocando a la vez, y en una sola toma. Evidentemente hubo buenos ensayos, porque el resultado es tan perfecto como si hubiera habido varias tomas y demás.
Les tengo una excelente noticia: pueden escucharlo en todas las plataformas digitales en forma gratuita. Sin embargo, permítanmes recordarles que si queremos que la música siga existiendo, tenemos que contribuir con ella. Si el disco les gusta a ustedes también, sean amables y cómprenlo. Creo que Bandcamp es el sitio más conveniente para los músicos en este sentido, pues las comisiones son menores que otras.