Hubo show. Wooten, Chambers y Franceschini.

El viernes 14 de diciembre de 2018 se presentaron en La Trastienda estos tres músicos consagrados que para los amantes del jazz no necesitan presentación. Una oye sus nombres y automáticamente suenan sus sonidos característicos.

De los tres, al que vi más recientemente en vivo fue a Bob Franceschini, en aquel toque fabuloso hace ya tres años. A Chambers lo había escuchado en aquel otro toque digno de pellizcarse hace más años de los que quisiera admitir. Esta fue mi primer experiencia de ver en vivo a Wooten, a pesar de que supo venir otras veces a Montevideo.

Aunque teóricamente tengo claro que las expectativas son algo a descartar, admito que me había hecho grandes expectativas con este concierto. He sabido ver y rever la charla TED de Wooten, que considero magistral; me he gozado la vida con un disco en particular en el que Chambers hace mucha magia musical –The Heart of Things–. Sumando esto al recuerdo de Franceschini, el nivel de adrenalina pre toque era importante.

Me fascinó una de las primeras frases que dijo Wooten:  que cuando era pequeño quería ser como otros bajistas, como Stanley Clarke, como Jaco Pastorius…, pero que esta noche solo sería él, el Sr. Victor Wooten, y que esperaba que eso nos pareciera bien.

Estas palabras de él que sirvan para poner en contexto esta opinión mía acerca del concierto. O sea, lo que yo opine acerca del show no es más que la opinión de alguien que no sabe tocar música, a quien por cierto le gustaría saber tocar buena música, y que si tuviera las habilidades musicales de cualquiera de los tres, estaría tocando el cielo con mis manos.

La gran culpable de que el show me haya desilusionado evidentemente fui yo al hacerme tantas expectativas. Es mucho más sano andar por la vida abierto a lo que llegue, con el mayor grado posible de aceptación por lo que es, tal cual es. Y en general resulta en que lo que es nos colma. Pero si andamos por la vida esperando cosas, nos pasan este tipo de asuntos.

Entendámonos: el viernes los tres demostraron que son grandes instrumentistas. Hubo un gran despliegue de conocimiento de todos los ámbitos: rítmico, armónico y melódico, y creativo. También nos otorgaron un ingrediente que no siempre está presente: la diversión y la alegría.

Lo que a mí me desilusionó fue sentir que no había escuchado música. Yo sentí –y me hago cargo del error de percepción en el que pueda haber incurrido– que no había ido a un concierto sino a un muestrario de chops, de proezas digitales y de demostración de habilidades musculares. Me faltó que los sonidos me emocionaran. Me faltó que todo ese manejo impresionante de los instrumentos fuera puesto al servicio de decir algo con la música que me llegara más cerca del corazón.

Los gustos son muy variados y el comentario a la salida del show era unánime y diferente al mío. Se oyó que estuvo impresionante, que son unos genios. Así que admito que este comentario está teñido completamente por mi propio gusto musical. Pero si no escribo desde ahí, ¿de dónde?

Déjenme contarles lo que sí me gustó del show:

Un tema que tocó y cantó Victor Wooten. Buenísima letra, buenísima energía, y muy agradable la combinación de timbres del bajo y su voz.

En todo el toque, mucho groove, todo sonaba con mucha onda. Cada nota metida en el ángulo. Con métricas extrañas y con acentuaciones diferentes.

Los desplazamientos de los instrumentos entre sí eran algo de alquilar balcones. Daban ganas de poner pausa y repetir a ver si por casualidad se podía llegar a descubrir la movida.

Las charlas entre los tres, en combinaciones tomadas de a dos. Pero charlas formadas por chops. Se sentían como conversaciones de gente fumada. Comenzaban con un tema pero sin terminarlo, seguían con otro y con otro diferente. Todo quedaba inconcluso. Era un salto permanente a otra cosa.

Insólitamente para esta amante de la batería, lo que más me gustó del show fue la participación de Franceschini. Fue quien sí logró por momentos que yo sintiera que estaba escuchando música, y que me interesara lo que tenía para contar.

El tema de Béla Fleck fue buenísimo.

Y el último tema de todos, bis, sonó como me hubiera gustado que sonara todo el toque: funky, groovero a full y con toda la musicalidad compactada en esos breves minutos.

Si vuelven a este país cualquiera de los tres, iremos a escucharlos otra vez, por supuesto. Son enormes músicos. Eso sí, trataré de recordar no crearme expectativas.

En cuanto a ti, si no los has escuchado, tendrás que hacerlo para formarte tu propia opinión y no quedarte con esta impresión ajena.

Posdata: Un amigo me dijo: ‘hubo todo lo que pedís, pero de otra manera’. Es muy factible, sí, que yo no haya estado en sintonía esta vez. La música se trata un poco de ese azar que hace que en un mismo momento y lugar se encuentren un emisor y un receptor de mensaje que estén en el mismo canal. Muchas veces ocurre y por eso quizás lo tomamos como algo esperable pero si observamos más detenidamente, ese encuentro es algo asombroso por la cantidad de coincidencias que implica. El hecho musical es un acontecimiento mágico y se lo debemos a estos seres que dedican su música a compartir sonidos. El agradecimiento en ese sentido es muy grande.

 

 

 

 

Boston T Party re funky

Boston T Party (2006)

T. Lavitz (keyboards)
Dennis Chambers (drums)
Dave «Fuze» Fiuczynski (guitar)
Jeff Berlin
(bass)

La verdad que con mi natural inclinación a amar todo lo que sea funky, recibí con alegría este disco que me dio a conocer una de mis 2 mayores fuentes musicales: Pepejazzy.

El disco emana virtuosismo por todos lados (nada sorprendente, con los músicos que lo hicieron) que lejos de transformarlo en “más de lo mismo”, lo convierte en un muy buen trabajo musical.

En cuanto a gustos personales, yo siempre “vuelo” más cuando hay menor cantidad de notas por segundo, y siempre cuento cómo la vez que vi a Dennis Chambers en vivo no me gustó nada. Quedé impresionada, sí, con su velocidad anormal, pero no me transmitió mucho musicalmente. Hace poco alguien me comentó que además ese día estaba muy molesto por un inconveniente con la batería que le dieron y seguramente eso empeoró las cosas. Luego de ese toque (hace ya muchos años) pasé un tiempo diciendo que Chambers no me gustaba. Hasta que John McLaughlin me mandó (jeje) su disco “The Heart of Things”, donde toca Chambers y ahí reposicioné por completo, en sentido positivo, mi opinión sobre él, porque realmente se pasó y tuvo muy buen gusto en todo lo que tocó en ese disco.

Y este Boston T Party es otra maravilla. (Bueno, supongo que no es porque sí que el hombre tiene la fama que tiene, ¿no?). Pensar que es autodidacta, impresiona! ¿Cómo puede ser? ¡Qué envidia! (Sana? Ná… enfermísima!)

En cuanto a sus compañeros de aventuras, Jeff Berlin siempre me gustó. Para variar no sé mucho de su biografía y menos de su discografía, pero recuerdo que en mis viejos cassettes Jeff Berlin aparecía en varios. Jaco Pastorious decía que Jeff Berlin era mejor solista que él y Marcus Miller dice que le gustaría ser el Jeff Berlin negro. El trío con Abercrombie y Nussbaum era genial. Y también su música con el trío con Scott Henderson y Dennis Chambers fue algo fuera de serie. De este disco me gusta mucho el tema “I Hate the Blues” porque justamente el bajo está alto y se oye clarísimamente. En “All Thought Out” no se puede creer lo que toca Jeff Berlin! La combinación perfecta de ritmo y melodía, y a una velocidad más que virtuosa. Ay, me acordé de un amigo que no veo hace años que amaba a Jeff Berlin.

Me impresionó un poco enterarme que T. Lavitz se murió en octubre del año que acaba de terminar (2010). Yo tenía un disco (cassette, en realidad) llamado “Players” que habría que volver a conseguir (killos… ya saben, jeje). Era un álbum de 1987, donde tocaban Scott Henderson, Jeff Berlin, T. Lavitz y Steve Smith. Me acuerdo que ese álbum era uno de mis favoritos a fines de los 80! Tendría que volver a escucharlo a ver si me sigue gustando… 😉 Había sacado un par de temas en la batería y todo… qué saudades!

Este es mi primer encuentro con Dave «Fuze» Fiuczynski, o eso creo. Por lo que encontré, tiene influencias de Hendrix, Allan Holdsworth (se notan!), Scofield, Mc Laughlin y otros. Ha tenido varios grupos, así que parece que habrá que investigarlo. Otra vez se abren puertas y puertas gracias a un solo disco! La guitarra de este músico en este disco con Dennis Chambers y Jeff Berlin me gusta bastante. Es, sin embargo, de esos discos que yo no puedo escuchar dos veces seguidas el mismo día. Tiene una dinámica (creo que dada justamente por la guitarra!) que es un tanto densa, con una pizca de agresividad… un disco que no busca agradar, sino expresar. Es el tipo de disco que yo pondría al llegar a casa luego de haber tenido un día un poco frustrante. Pero no quiero decir que el disco sea frustrante sino que yo lo recibiría con los brazos especialmente abiertos en un momento así.

Hay una buena conjunción entre todos los músicos. No suena a algo improvisado o hecho a las corridas. Da la sensación de que los músicos se conocen mucho… quién sabe si será así o no.

Gracias, Pepejazzy! En mi próxima caminata me lo llevo! Recuerdo que solía caminar con Holdsworth en mi “walkman” (otros tiempos), así que la experiencia no me será para nada extraña y seguramente me transmitirá mucha energía.

No encontré videos en Youtube de este disco, así que al menos les presento a David Fiuczynski:

Y, aunque no tenga nada que ver con esta nota, a ver qué les parece esta pianista (con la que toca Dave Fiu…)

Puertas y puertas que se abren y se abren sucesivamente… Música hasta la eternidad.

EL CORAZÓN DE LAS COSAS

Cuando uno quiere crecer y aprender, el requisito primero es estar bien dispuesto, estar abierto a conocer algo diferente y permitirle a ese algo instalarse en nuestra alma el tiempo suficiente como para poder evaluarlo a conciencia.

Si a la segunda hoja de un libro lo abandonamos porque no nos resulta interesante, estamos apresurándonos. Si escuchamos un nuevo tipo de música por cinco minutos y no nos gusta… bueno, en realidad no sabremos si nos estamos perdiendo algo bueno o no. Hay que darle más tiempo.

En el jazz los temas generalmente duran más (y a veces mucho más) de 4 minutos. A veces los primeros treinta segundos no son muy impresionantes o muy hermosos. Es que en el jazz, más que en otros estilos, todo en la música se trata de sensaciones y de dinámicas. Cuando escuchamos algunos temas muy bien tocados, nos parece estar viajando con los músicos por esas dinámicas y sintiendo la evolución de su sentir con el pasar de los minutos. Como tiene mucho de improvisación, los momentos más sublimes se dan cuando la inspiración ha llegado al punto máximo y cuando los participantes en la creación han encajado perfectamente unos con otros.

Este disco que les presento aquí ilustra tres puntos para mí importantes:

Por un lado, la evolución de los temas en el tiempo. Por otro, la evolución de los propios músicos con el correr de los años. Y en tercer lugar, y para mí lo más interesante, es la enorme importancia de estar abiertos a recibir y, al respecto de la música, a escuchar, sin prejuicios.

Yo había escuchado solamente un disco de John McLaughlin. En su momento lo escuché y me gustó, pero un buen día me aburrió. Sin embargo, cuando este segundo disco fue puesto en mis manos, mi actitud fue de regocijo y curiosidad absoluta. Y me alegro de haberle dado la oportunidad porque me sorprendió felizmente y es un disco que me deleita los sentidos con asiduidad.

También Dennis Chambers me demostró algo nuevo. Yo lo vi en vivo en una oportunidad y me impresionó por varias cosas que no fueron exactamente su sensibilidad. Sin embargo, en este disco, lo que toca es maravillosamente sensible. Hay momentos, por ejemplo, en que el sonido de su plato ride me fascina. Por supuesto su técnica y velocidad son admirables, envidiables y todos los adjetivos positivos y aumentativos que se pueda encontrar, pero lo que rescato en este disco es justamente su sensibilidad y buen gusto. Me encantaría saber si coincides conmigo o piensas que estoy delirando.

Ah! Si eres de los que te prendiste al blog para entrar de a poquito al mundo del jazz, seguro que no tienes idea de qué estoy hablando. ¡Perdón! Cada tanto me van a pasar estas cosas, pero tú cada vez estarás más por dentro y entenderás más 🙂

Aquí está la lista de músicos y los temas del CD.

Bajos: Matthew Garrison
Batería: Dennis Chambers
Guitarras eléctricas: John McLaughlin
Percusión: Victor Williams
Saxo tenor y soprano: Gary Thomas
Teclado: Otmaro Ruiz

Temas:

1. Seven Sisters (8:30)
2. Mother Tongues (12:57)
3. Fallen Angels (10:33)
4. The Divide (16:41)
5. Tony (13:56)
6. Acid Jazz (14:53)

El salto entre el CD anterior de Spyro Gyra y este es un tanto abismal. Pero como se trata de abrir la cabeza y recibir cosas diferentes, yo te sugiero que lo recibas en tu alma un ratito y veas qué sucede. Y si hoy no sucede nada, por las dudas guárdalo para el futuro.

Si en el otro CD te costó escuchar el bajo, en este te va a ser mucho más fácil identificarlo. Por ejemplo el tema 4, The Divide, es un tema donde el bajo se oye muy pero muy bien.

En caso de que tengas tu corazoncito rockero, no dejes de escuchar el último tema.

El sonido de todo en este disco es especial y la participación de todos los instrumentos (instrumentistas) es exquisita (la percusión en el momento justo, el piano super delicado, el saxo y la guitarra perfectos. En fin, me gusta mucho, por eso lo comparto.

En mi caso, yo tengo música que me gusta escuchar a determinada hora y que me molesta a otra, música para determinados días de la semana, música para los días de sol y para los días de lluvia. Este CD, “The Heart of Things”, es de los que escucho de noche y entre semana.