«Tocar en vivo es incomparable, estamos todos en un mismo viaje». Entrevista a Fernando Cabrera

Foto: Eduardo Fisicaro

 

Los montevideanos siempre festejamos la noticia de un nuevo concierto de Fernando Cabrera. Personalmente considero que este músico uruguayo es parte integrante de un puñado de músicos que tienen la característica muy poco común de ser insólitamente originales y a la vez y sin embargo identificarnos en nuestra uruguayez.

El show que podremos ver y escuchar el 15 de febrero en el Teatro Solís tiene además la particularidad de que será en conjunto con el excelente músico rosarino Jorge Fandermole.

A continuación podrán encontrar una conversación en formato entrevista con Fernando Cabrera, realizada a partir de la noticia de este concierto, que dio la oportunidad de indagar un poco acerca del mismo y también de hurgar sobre algunos aspectos de la relación de Fernando Cabrera con la música.

 

¿Qué te entusiasma del concierto con Jorge Fandermole?

Me entusiasman muchas cosas a la vez. La primera de ellas es haberlo conocido hace pocos meses. Fue el año pasado, con motivo de un recital que hicimos en Buenos Aires, en el Teatro Ópera. Unas semanas antes nos juntamos para organizarlo, hacer el repertorio, elegir las canciones y ensayar. Para mí fue una sorpresa muy linda conocer su obra más en profundidad y además conocerlo a él, que es una persona muy rica, en todo sentido. Así que me entusiasmó eso, abrí un poco mi cabeza a otras formas, otras maneras de encarar el fenómeno de la canción. No tengo los suficientes elogios para describirlo porque es un autor de primerísima calidad. Fue muy lindo para mí aprender su obra y también muy desafiante, porque es un compositor complejo, profundo, y meterme en sus canciones me significó un gran trabajo porque si bien sus canciones son muy fluidas y muy agradables de escuchar, esconden también muchas dificultades y muchas complejidades técnicas, que tuve que estudiar y profundizar. O sea que para mí fue todo un desafío. A su vez, me gusta mucho cómo toca la guitarra, cómo canta, como escribe las letras y cómo compone la música.

Si tuvieras que decirle a alguien que no se ha acercado a la música de ustedes en qué se parecen sus músicas, ¿qué dirías?

En unas cuantas cosas y también somos muy diferentes, si no el espectáculo sería muy aburrido. Hay unas cuantas cosas que nos unen. Por ejemplo, el tipo de ciudad en la que hemos nacido: Rosario y Montevideo, que tienen características en común. Nos unen las inquietudes que tenemos los dos por tratar de ser músicos de nuestra región, de nuestro entorno, de nuestra cultura, y por consiguiente investigar en nuestros géneros, en nuestros ritmos, como él ha hecho y yo también. Y yo creo que una profunda convicción, necesidad o ganas de comunicarnos con la gente de una manera sensible y que no sea banal. Que nuestro trabajo no sea pasajero, sino que la gente cuando escuche nuestras canciones tenga ganas de volver a escucharlas un tiempo después y de algún modo integrarlas a su vida y a su memoria. Creo que todo eso nos empareja y nos hace dos músicos parecidos. También somos parecidos en la edad que tenemos.

¿Qué te aporta grabar y qué te aporta tocar tus canciones en vivo?

Bueno, tocar en vivo es incomparable, porque estás en contacto con una cantidad de personas que están vibrando en la misma sintonía de onda al mismo tiempo. Estamos todos como en un mismo viaje. Eso es lo que más lo distingue o diferencia de grabar.

Grabar es un acto, no sé cómo llamarlo… mucho más de laboratorio, más de cabeza fría, en donde uno tiene la posibilidad, por ejemplo, de repetir algo todas las veces que sea necesario hasta que quede bien. Además no hay público, entonces hay ciertos canales emocionales que no están presentes; uno tiene que arreglarse consigo mismo, ¿no? Tratar de encontrar la inspiración y la emoción uno solo, que no es tan fácil, porque no hay retorno. Son las máquinas, el sonidista, un vidrio, los micrófonos… es otra cosa completamente diferente.

Pero no quiero con esto decir que sea un acto del todo frío ni mucho menos porque fijate que en las grabaciones también nos estamos jugando las futuras escuchas de la gente que nos va a oír en los discos, o en la radio, o por internet, entonces ahí tenés que ponerte en un lugar espiritual muy fuerte, también, ¿no? Porque eso va a quedar… va a quedar para siempre. Entonces ahí también entra en juego una enorme responsabilidad.

A mí los dos procesos, que son muy diferentes, me gustan mucho, porque exigen mucho de mí. Y bueno, con tantos años ya de trabajo, se han convertido en las dos cosas, junto con una tercera —que es la composición, que es absolutamente privada, ¿verdad?— en las tres patas que le dan a mi vida más fundamento y más razón de ser.

Me da la impresión de que cuando cantás alternás bastante entre la ternura y el desahogo. ¿Hay algo de eso en tu vida personal o es algo que aparece en la música pero no necesariamente en tu vida?

Bueno, yo pienso que algo de reflejo tiene que haber. Sería imposible hacer composiciones musicales y poéticas ajenas a lo que yo soy. Las podría hacer pero sería un acto como de desdoblamiento.

Quizás es una percepción mía y vos me decís que no, que de desahogo no hay nada.

Puede haber. Lo que pasa es que vos nombraste dos cosas: desahogo y ternura. Pero yo creo que aparecen esas dos cosas y otras muchas cosas más también. No solo esas dos. En pequeñas proporciones yo creo que aparecen muchas facetas del interior de uno. A veces el desahogo, a veces la alegría, a veces el querer comunicar algo o describir algo, a veces la ternura, a veces no la ternura. A veces pueden aparecer sentimientos más negativos, también, ¿por qué no? Yo creo que en la composición aparece todo lo que uno tiene.

¿A veces te das cuenta y a veces no?

Sí, exacto. Porque a veces es también un acto de catarsis, de abrir la canilla para que el inconsciente salga y uno no siempre tiene un absoluto control del inconsciente, ni un panorama exactamente claro de qué pasa en la cabeza de uno. Los que nos dedicamos al arte tenemos ese privilegio de poder hurgar y sacar para afuera muchas cosas.

¿Te ha pasado que hayas volcado algo de tu inconsciente en una canción y que lo notaras después?

Sí. No toda la canción pero de repente una frase, una línea, un breve momento. En cada canción seguramente hay cosas que salen de manera automática y al tiempo uno se da cuenta o empieza a comprender por qué, cuál es el origen de eso.

¿Tuvo alguna ventaja para vos que el reconocimiento masivo te llegara más bien tardíamente en tu carrera?

Bueno… la otra cosa no la conocí. El reconocimiento desde mis inicios y en la juventud no lo conocí así que no puedo opinar cómo hubiera sido o cómo me hubiera caído. Pero esto que me pasa ahora me resulta más que interesante, porque fijate que en la vida del ser humano cuando avanzan los años, que uno se acerca a la vejez, las expectativas se empiezan a achicar, los horizontes se empiezan a cerrar. Se acerca la época llamémosle de la jubilación, en que las fuerzas y los entusiasmos disminuyen. En cambio a mí, por un extraño privilegio, me ha tocado lo contrario, o sea, que cuando yo voy envejeciendo me van pasando cada vez cosas más lindas relacionadas con la profesión.

Tampoco es que yo sea una persona sumamente famosa ni célebre, ni que me haya hecho rico con esto ni nada que se le parezca, ¿no? Es apenas que soy un poco más conocido que antes pero que sea así me parece bárbaro, porque también te agarra maduro, ya nada te puede confundir. A veces pienso que la persona que en la juventud, a los dieciocho o veinte años, se hace mega famoso y adquiere un poder enorme, capaz que es todavía muy joven e inmaduro para poder manejar eso.

En algunas canciones, que me parece que son especialmente las últimas, parece que hicieras un estilo de música de película. Como que la guitarra genera climas o termina frases que vos arrancás con la voz o la palabra. ¿Vos lo ves así?

Bueno, me resulta muy interesante que me digas eso y también muy satisfactorio, porque me encantaría que fuera así. Porque también disfruto de ciertas transformaciones que me parece que yo he ido haciendo a lo largo de mi vida en el acto de tocar la guitarra y cantar. Yo ahora no toco y canto igual que hace treinta años. Y bueno, eso que vos describís, que no lo había pensado así pero me parece que tenés razón, tiene que ver con esos cambios, con el hecho de tratar de tocar el instrumento de una manera menos convencional, y por supuesto muy ligada, muy matrimoniada con el canto, ¿no? Que todo sea una misma cosa.

Foto: Eduardo Fisicaro

Tomada de la página web del Teatro Solís, reproducimos la siguiente información:

Jorge Fandermole y Fernando Cabrera por primera vez en Uruguay. Dos referentes de la canción iberoamericana, en un concierto que recrea buena parte de sus repertorios.

Jorge Fandermole nació en enero de 1956, en Rosario, formó parte del movimiento de la Trova Rosarina y su primer disco “Pájaros de fin de invierno” salió en 1983. Tiene siete trabajos editados como solista, y dos como parte de diferentes grupos. El último, “Fander” de 2014, ganó el Premio Gardel a Mejor Disco de Folclore Alternativo. Además, tocó con Lucho González, Carlos “Negro” Aguirre y Juan Quintero, entre otros. Algunas de sus composiciones más conocidas son: Era en Abril, Canción del Pinar, Cárcara, Oración del Remanso y Sueñero. “La canción es el vehículo de la intuición poética. La primera experiencia de lo poético. Por lo general esa intuición no llega leyendo sino escuchando una canción”, afirma Fandermole.

Fernando Cabrera nació también en 1956 pero en diciembre y en Montevideo. Es un artista único, referente de la identidad del Río de la Plata con una trayectoria de más de treinta años, premios en festivales internacionales, una producción de más de diez discos propios y otros tantos en calidad de productor y de arreglador. Ha hecho bandas sonoras para cine, documental y teatro. Entre sus composiciones se destacan El Tiempo Está Después, Viveza, Por ejemplo, Te abracé en la noche, Puerta de los dos, Dulzura distante y La Casa de al Lado, entre otras.

Confluyeron en el Teatro Opera de la ciudad de Buenos Aires en el marco del FestiBAl de Otoño 2019, ofreciendo un espectáculo que el público que colmó la gran sala de la calle Corrientes disfrutó expectante.

El santafesino y el montevideano le han sumado al prestigio de sus respectivas obras un reconocimiento masivo cada vez mayor. La reunión ante una multitud dispuesta al disfrute ratificó un camino que es también un alegato acerca del impacto de la canción.

Coinciden en el año de nacimiento, en sus notables herramientas líricas y expresivas, en la paulatina y segura popularidad de sus obras, pero lo que destaca de esta unión es la audacia para encontrarse desde sus enriquecedoras diferencias.

“Somos autores con un lenguaje propio y una familiaridad en nuestras músicas que nos permite sentirnos cómodos”, señala Jorge Fandermole. Agrega Cabrera: “la canción no es letra y música; es una tercera cosa que surge de esa mezcla. Por algo la canción es uno de los formatos artísticos más populares del mundo. Viaja en la memoria. No necesita otro vehículo”.

Fotos: Eduardo Fisicaro.

Concierto: Fernando Cabrera y Jorge Fandermole
Lugar: Teatro Solís (sala principal)
Fecha: 15 de febrero de 2020
Hora: 21:00
Entradas: Tickantel y boletería del Teatro Solís

 

Entrevista hecha por Patricia Schiavone para Cooltivarte.com