Hola. Hoy 28 de abril de 2017 este sitio, Atresillado, cumple 7 años. Como las casualidades existen, hoy también es el cumpleaños de Tote Fernández, baterista de Crysler, cuyo disco comencé a escuchar anoche. Brindo por Atresillado, por Tote y por la música, que siempre esté presente.
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Hace un par de días escuché el video documental de Crysler sobre su nuevo disco y con esos segundos sonoros salpicados en el EPK, me fasciné. Ver ese documental y escribir para pedir el disco fue un mismo fluir cinético. El CD llegó hoy, hace un par de horas, y mi idea es compartir con ustedes mis impresiones al ir escuchándolo. ¿Se cuelgan? ¿Me acompañan en esto? Yo tengo grandes expectativas. Ya veremos qué emerge de este objeto circular. Y espero que me tengan paciencia con este método poco ortodoxo de hacer una reseña. La variación implica lo desconocido y ahí radica buena parte de la diversión.
El primer tema se llama como el disco. Al ponerlo a sonar, ya de pique nomás, me infundió fuerza y me colocó en un lugar más energético. ¡Bienvenida esa inyección de vitalidad! La voz convencida de Bruno y un riff firme de guitarra con algo de distorsión, apoyados en un pulso llevado por el HH de la bata. Así arrancó y mientras escucho esos primeros ocho compases deseo con toda mi alma que haya mucho más de esto en el disco. Entonces entra el bajo y Tote ingresa el bombo de la batería.
A ver, aquí vamos a tener que hacer una pausa. Y de hecho pongo pausa en el CD.
Una de las características que a mí más me emocionan del toque de Tote es el sonido que le saca (o, mejor dicho, le mete) al bombo. El bombo no es cualquier parte de la batería. Es el instrumento que marca el paso, es el instrumento que define gran parte del carácter de la canción y en qué parte del cuerpo la vamos a experimentar. O sea, no siempre es así, pero en el toque de Tote en particular sí que lo es.
Entonces, vuelvo a poner “play” y Tote mete el bombo en negras y Rosendo el bajo por los siguientes ocho compases. Ese sonido de la base tiene tal profundidad y tal decisión que el efecto es enorme. ¡Solo eso me eleva fuera de la atmósfera terrestre! Y después, algo perfecto: silencio de la bata y bajo apoyando –sí, apoyando- de forma espectacular a la voz. Porque los silencios dicen todo en algunas oportunidades. Apenas un rasgeo de guitarra en el primer tiempo de cada compás y la voz de Bruno. ¡Genios!
Entonces vuelvo atrás y voy a escuchar la letra. La conexión directa entre la letra y el ambiente creado por la música en cada uno de estos momentos que escuché de la canción es impecable. Ok, estamos ante algo muy, muy cuidado. Ya no me caben dudas. Y llevo escuchado –y rescuchado-, literalmente, 1 minuto del disco.
¿Cuántas veces un minuto de música te hace volver a escucharlo cuatro o cinco veces antes de poder avanzar con un disco que te intriga? En mi caso esto no sucede a menudo.
Hago un paneo por todas las letras y confirmo, con placer, que todas las letras son historias. Y a esta altura se me hace muy difícil no asociar las 8 sílabas de la décima que hoy oí explicar a Jorge Drexler en su charla TED con la división en 8 compases de este tema. No, seguro que no tienen relación ninguna, pero ya que me están acompañando en mi viaje de escucha… pues eso se me cruzó por la cabeza.
El segundo tema se llama “Eran días”. Pah. A este lo necesité escuchar de un tirón, porque la letra me trasladó, sin piedad alguna, a mi última frustración amorosa. Y les digo, estoy escuchándola por segunda vez y mi atención se va tanto pero tanto a la letra que recién en la segunda escucha y en el minuto 1:11 de la canción es que reparo en la maravilla de sonido de la batería y el bajo. ¡El sonido es una cosa im-pre-sio-nan-te! No debería sorprenderme, pues Tote me había contado que él estaba conforme con el sonido (y para que un músico diga que está conforme con su música es porque la cosa está genial). Pero sí que me sorprendió. Quedé boquiabierta, muy especialmente en ese instante 1:11. Para mí este tema, a la segunda escucha, ya es un hit. Pero, jua, disculpen que lo tengo que escuchar otra vez. (Ustedes quedaron en acompañarme, les recuerdo). En la tercera vuelta noto el redoblante divino, clavándose como agujas en el centro del pecho. (Al bombo se lo escucha con el segundo chakra (sacro) y al tambor lo oigo claramente con el cuarto chakra (del corazón). Al bajo no me sorprende oírlo con el tercer chakra (plexo solar), bien en el centro del cuerpo… es que eso es el bajo. El bajo es lo que une y empasta a toda la banda. Si no hay bajo, a veces hay demasiado aire entre las células.
Al escucharlo otra vez me detengo en la voz y reparo en que Bruno se está cantando todo. O sea, ya se cantaba todo en los otros dos discos, pero en este hace un despliegue mucho mayor de rango vocal, de dinámicas, y al menos yo recibo su canto como más cómodo y me llega mucho más directo al cuore. Creo que está cantando menos nasal. (Si yo entendiera de canto, sería genial, pero como no es así, se me complica un poco identificar qué es lo que me gusta tanto de su voz en este disco). “No hay fin, hay paz”: bellísima frase final.
El tercer tema se llama “Caer”. Este tema no me enganchó tanto como los otros dos (menos mal, porque a este paso no sé si sobrevivo al CD, ja). Me fascinó esta frase: “Sos lo que no quisiste ver también”. Si me lo permitiera, si no fueran las 2 am, me quedaría elaborando un poco acerca de esta frase. No sé si contándoles, pero sí pensándolo yo. En fin, pero vamos al cuarto tema.
Ay, sí, el cuarto me enganchó en los primeros 4 segundos. Se llama “Memorias”. Veo que en este tema está invitado Christian Cary en voz y coros. ¡Qué buena es la melodía inicial! Y me detengo en esta frase de la letra: “Y cambié de corazones por última vez, y es porque no tengo otra memoria que me quiera lastimar como ayer”. En este tema vuelvo a percibir las dinámicas y sus matices que me hacen verdaderamente bien. Al aparecer Christian Cary, me admira la compatibilidad de las voces de él y Bruno. No da la impresión de ser un invitado. Una oye y siente algo integrado, como si Christian fuera parte permanente de la banda. “Y es porque hoy quiero una memoria para poder olvidarte otra vez”. Qué buenas están las letras, che. ¡Y las guitarras! Yo tengo un tema con las distorsiones de las guitarras… me gustan cuando no se exceden. El balance entre distorsión sí y distorsión no de Crysler me cabe como un guante. Me genera la adrenalina necesaria y cuando ya la tengo en el nivel justo, deja paso al sonido más claro, más nítido, que entonces se siente como un bálsamo. Bellísimas las guitarras al final.
¡Ópiti! El quinto tema, “Peor manera”, me coloca en otro lugar emocional. Bienvenido sea, porque ya estaba corriendo el riesgo de ponerme demasiado nostálgica, y, si puedo elegir, zafo de esa zona. Esta letra es bastante abierta. Creo que cada uno la podrá interpretar con lo que sea que le esté sucediendo en este momento. En cuanto a la música, es un tema muy rock y muy funk. Y, ya me perdonarán, seguramente, pero siento que tiene algo de disco también. ¡Archi bailable!! Arrancar un lunes bailando esto puede ser la manera más inteligente de arrancar la semana. Pruébenlo y después me cuentan, ¿sí? Musicalmente hablando, sospecho que es al bajo que le debemos el gran feeling copado de este tema. Y de ahí, claro, todo se va construyendo fantásticamente. Tote despliega en este tema en particular esa calidad de groove que ya le conocemos bien, y un gusto especial para algunos momentos que son joyitas. Martín Verde en la guitarra verdaderamente se pasa en este tema. Es genial. Pero esperen… tengo que escucharlo de nuevo para sentir bien esas guitarras y el bajo y cómo se articulan con la batería. Fantástico tema este. Otro hit, sin duda.
Bueno, estoy ante una encrucijada: recién llegué a escuchar la mitad de este CD y la cantidad de palabras escritas ya son más de las que seguramente la mayoría de ustedes tiene la costumbre de leer de un tirón. Creo que sería amable de mi parte liberarlos de la tarea de acompañarme por hoy. De todos modos les agradezco muchísimo haber llegado hasta aquí conmigo.
Quizás también sería una buena cosa permitirles a ustedes hacer su propio descubrimiento de la segunda parte del disco. Y sería muy genial si alguno se animara a contarme en los comentarios cuáles fueron sus impresiones. Y, admito, hay una gran posibilidad de que vuelva por acá a contarles una segunda parte de este viaje de recepción y disfrute musical, aunque por las dudas no lo esperen.
Este disco contó con la Producción Artística de Francisco Fattoruso, que todos afirman que fue decisiva para que este producto tenga la calidad que tiene. Los músicos invitados que figuran en el disco son: Camila Sapin (Voz y coros en “Deja Vu”), Christian Cary (Voz y coros en “Memorias”), Diego Cuba (Rap en “Vuelos”), Federico Lima (Voz y coros en “Más palabras”), Francisco Fattoruso (teclados y samples), Pablo Fernández Villagrán (solo de guitarra en “Vuelos”), Pepe Pereira (Percusión).
Ingeniero de sonido: Emilio Ferraro.
Asistente de grabación: Federico Abella
Ingeniero de mezcla: Francisco Fattoruso
Ingeniero de mastering: Glenn Shick
Arte y Diseño (que están buenazos): Daniela Beracochea.
Ah, no, pero esperen un segundo más, que antes de irme, por si acaso alguno de ustedes no estuviera al tanto, quiero comentarles que Crysler presenta este disco en La Trastienda el día 3 de junio (sábado) a las 21 horas y las entradas están disponibles en Red UTS, Tienda Inglesa y Red Pagos. Sé que las primeras 100 entradas anticipadas incluyen el disco «Agujas en la piel» sin costo.
Hasta la próxima.
Para los amigos de Atresillado, algunos de los cuales están del otro lado del océano, les dejo el video al que me referí al principio.
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Foto: obviamente mía.