Clínica de Martín Ibarburu en Kalima el 3/8/2012

Hola, amigos de Atresillado.

Hoy decidí contarles sobre algo que se está dando en mi ciudad, que me tiene de lo más contenta y que seguramente varios de ustedes valorarán positivamente también.

Martín Cruz, reconocido baterista uruguayo, hace un tiempo decidió hacer un grupo de Facebook que lo tituló «Club de Bateristas del Uruguay». En ese grupo terminé yo también (el único mérito es que me gusta mucho todo lo relativo con el instrumento) y veía que se daban dos cosas simultáneas y para mi gusto geniales: las ganas de compartir que tenían todos sus miembros y la buena onda entre todos ellos. Sin importar que algunas personas son muy jóvenes y otras tienen muchísima experiencia profesional con la batería, el intercambio que se da en ese grupo es realmente fructífero, positivo, activo y lo que se palpa siempre es la necesidad de compartir el placer por aprender más de la batería y también el compartir material que resulta interesante. Es aquello de que lo lindo compartido es dos veces más lindo. Y como en ese grupo hay unos 300 miembros, es 300 veces más lindo.

La imaginación de varios empezó a volar y empezamos a tirar ideas de cosas que podríamos hacer todos juntos. Pero cosas no virtuales, sino reales. Varias veces aparecieron ideas, pero faltaba concretarlas. Así que yo, en uno de mis arranques de no se sabe qué, convoqué a una reunión de bateristas en Kalima.  A la cual fue una multitud! José Schmid y yo, jaja. Eso fue todo. Ni siquiera Martín Cruz pudo ir porque ese día tenía un compromiso realmente muy importante. El asunto es que de esa mini reunión, que rayaba lo ridículo por razones obvias, José y yo empezamos a tirar ideas. ¿Y si…? Y ahí surgieron y surgieron ideas de todo tipo. Una de las ideas que manejamos fue arrancar a hacer clínicas de batería (o sea, master classes de batería). En realidad esa idea no era nuestra, sino que había surgido ya en el grupo de Facebook. Pero había que darle forma y decidir muchos aspectos. Y ahí mismo en esa reunión, decidimos encarar el asunto de las clínicas. Le contamos todo esto a Martín Cruz quien quedó fascinado y nos explicó que él venía con esta idea desde hacía mucho tiempo, así que le parecía maravilloso que por fin se plasmara. De a tres era más fácil.

Otra de las ideas que salió en la reunión era que como comunidad baterística era imperioso hacerle un homenaje a Osvaldo Fattoruso. Se nos ocurrieron cosas que estaban muy buenas, pero que lamentablemente no se pudieron plasmar porque Osvaldo ya se sentía muy mal y no estaba para cosas raras. Esto me quedará atragantado para el resto de mi vida… lamentablemente. Yo hacía mucho tiempo que venía con esa idea rondándome la cabeza, pero claro… nunca pensé que yo podía encarar algo así, hasta que no apareció el grupo de Facebook y vi que había una actitud de colaboración baterística en el aire. La verdad que me molesta mucho no haberlo intentado hace dos años. Ahora solo espero que sirva de experiencia y que no me vuelva a pasar algo así.

Las 5 ó 6 semanas siguientes fueron semanas interesantísimas. En primer lugar, Martín Cruz, José y yo teníamos que aprender a trabajar juntos y a conocernos. Porque nos habíamos embarcado en una aventura conjunta sin siquiera conocernos! Fue de lo más interesante y divertido, y creo yo que estamos los 3 aprendiendo mucho entre nosotros. Además somos bien diferentes, lo que le agrega desafío y diversión a la cosa.

Ahora los planes inmediatos son seguir organizando estas clínicas cada un tiempo razonable para la plaza. Estas clínicas son muy formadoras para todos los instrumentistas. Se dan con relativa frecuencia, pero es más común que las clínicas que haya sean de extranjeros que vienen a dar un concierto y de paso dan una clase. Que nuestros bateros uruguayos -que están inmersos en esta realidad musical y laboral- den clínicas resulta especialmente valioso. Hablan nuestro mismo idioma… y no me refiero solo al castellano.

Además de las clínicas, mi deseo personal es que podamos hacer muchas cosas más entre todos. ¿Por qué? Simplemente, porque es divertido hacer algo donde cada uno ponga su granito de arroz y que entre todos obtengamos algo gigante.

Y así fue como el viernes 3 de agosto tuvimos el placer y el honor de tener la primera clínica, nada más ni nada menos que con Martín Ibarburu. Escribí una reseña para el blog del Club https://clubdebateristasdeluruguay.wordpress.com/, que copio a continuación para mis amigos de Atresillado, quienes no necesariamente andarán leyendo blogs de bateristas 😉

Abrazos,

Patricia

Reseña de la clínica de Martín Ibarburu

El viernes 3 de agosto, con lleno total, tuvimos la clínica de Martín Ibarburu que se constituyó en la primera actividad del Club en el mundo analógico.

Tempranito llegó José con su bata personal y Martín Cruz y yo lo ayudamos a bajarla, repitiendo cada poco rato cosas como «Al fin llegó el día; Valió la pena el esfuerzo; Qué bueno va a estar esto». Es que de afuera se puede ver fácil, pero nos dio un buen trabajito organizar todo.

A pesar de la noche invernal, gélida y lluviosa, los bateros llenaron por completo el querido sótano de Kalima con calor humano, expectativas y buena energía. Escaleras abajo se respiraba alegría y cierta ansiedad colectiva.

Luego de la bienvenida de Martín Cruz, José Schmid les contó a los participantes que cuando empezamos a hablar de las clínicas, nuestro deseo era que Osvaldo Fattoruso diera la primera y queríamos hacerle un homenaje. José le consultó a Osvaldo y él le pidió que esperáramos un tiempo, porque no se sentía bien. Que arrancáramos con otro baterista y él nos avisaría cuando se sintiera con fuerzas. Fue muy doloroso no poder hacerle el homenaje que sentíamos que se merecía. Las primeras palabras de Martín Ibarburu también fueron de gran respeto y mucha admiración hacia Osvaldo, a quien volvió a nombrar en varios momentos posteriores.

Y arrancó la master class de Martín. Y no volaba una mosca en ese recinto. Todo el mundo estaba atento, intentando no perderse ni un sonido ni una palabra.

Martín, con ese modo de ser tan atento, tan generoso, mantuvo todo el tiempo un diálogo con el público, ejemplificando con la batería.

Comenzó hablando de la improvisación y dejó claro desde el principio que dejaría la cosa fluir para donde la llevaran entre todos. Y así fue. Escuchó cada pregunta y la respondió a fondo, ofreciendo en cada oportunidad toda su experiencia y calidez. La clínica se podría resumir en una frase: «Estuvo 1 hora y 45 minutos pasando piques sobre cada aspecto que surgía en el intercambio».

Las preguntas fueron todas muy interesantes y demostraron el nivel musical del público que estuvo a la altura del maestro. Todas las preguntas aportaron para transitar durante casi dos horas un camino interesantísimo de aprendizaje colectivo.

Estuvo muy presente la comparación de la música con el lenguaje. Como proceso de aprendizaje y con respecto al hilo conductor necesario en una obra musical. También relacionado al desarrollo de una idea en un solo y a la adquisición inicial de ideas ajenas que luego se interiorizan y sirven para generar cosas propias y nuevas.

Otro aspecto que fue permanentemente resaltado fue la musicalidad y el tocar el instrumento al servicio de la música.

«Hay mucho de lo que te hace valioso como baterista que es el cómo tocás las cosas«, dijo.

Habló de la importancia de trabajar diferentes tempos y diferentes volúmenes, como para gradualmente salir de las zonas de comodidad personal a las que involuntariamente tendemos a volver.

Compartió sus experiencias de trabajo en vivo y grabación con metrónomo y dio sugerencias para establecerse en el tempo adecuado de cada tema.

Martín mencionó a varios colegas uruguayos y extranjeros. Ante una pregunta sobre candombe, Martín habló de Osvaldo Fattoruso y Gustavo Etchenique como sus más grandes referentes de este ritmo. Ante otra pregunta sobre su backbeat, habló de cómo estudió a Stewart Copeland en profundidad. Pero no solo nombró a bateristas de tan larga trayectoria. También mencionó a Juan Ibarra como un batero muy interesante que en su opinión seguramente hará un buen aporte al candombe.

Recomendó varios libros, dejando claro que es un estudioso de su instrumento desde muchos ángulos y motivando en este sentido al público a profundizar en todos los aspectos que mejoran a un instrumentista. Algunos de los libros que mencionó fueron:

«Drum Wisdom» de Bob Moses, refiriéndose a varios de los conceptos presentes en él.

«The Art of Bop Drumming» y «Beyond Bop Drumming» de John Riley con respecto a la independencia y coordinación, y la incorporación del vocabulario del jazz.

«The New Breed» de Gary Chester.

Para deleite de varios de nosotros, Martín llegó incluso a contar sus desafíos personales actuales con el instrumento e hizo una demostración de esto con la batería que fue impactante.

La verdad que la experiencia fue muy disfrutable y una real instancia de aprendizaje.

¡Ya estamos prontos para la próxima!

Agradecimientos del Club:

Muchísimas y sentidas gracias a todo Kalima, y en particular a Paula, por ofrecernos su casa para poder llevar a cabo todo esto y por tratarnos con tanto profesionalismo y cariño al mismo tiempo.

Miles de gracias a Agustín Cuervo (Crowpix) y a Josefina Tramontín por haber tomado estas fotografías que nos ayudarán al recuerdo de una clínica memorable.